
He estado estudiando.
Con mi felicidad habitual empecé a clase toda flipada.
La madre del cordero.
3 japoneses, un americano, otro chico de Canadá, un Letón, un Hindú, un ESPAÑOL (gracias a Dios Raulín, que llegaste a mi vida) y yo.
Resulta que empezó la clase y la profesora (Laoshi) empezó a hablar en chino.
En chino.
A escribir en chino, todo.
Oye tú, que la gente la entendía, la seguía.
Estabamos en el nivel cero!! (luego me enteré de que hay otro más bajo).
El caso es que me pasaron aquellas horas como en el infierno, yo miraba para Raúl (el español) con ganas de llorar. Y claro él estaba super pendiente de Laoshi (no es su nombre, significa "profesor") porque como para descentrarte oíste.
Después de las clases obligatorias hay unas suplementarias que tenemos que asistir, y allí pensé, venga que aquí te centras.
Eran los tonos y una especie de (lo explico mal, pero para que me entendáis) idioma complementario que acompaña a los caracteres para que sepas cómo entonar (lo llaman popomofo, que suena a chiste, pero es así).
Ahí me hundí.
Pensé, esto te supera Charina.
Durante un minuto pensé, fue bonito mientras duró, acaba el trimestre como buenamente puedas y pa casina reina.
La primera semana lo llevé fatal. Pero muuuy mal. Veréis aquí en mi clase la gente sabía escribir y leer los caracteres,habían estado en China viviendo, estudiando años,los japoneses YA SABEN escribir en estos caracteres; pero yo no había dado nada, así que me encerré a estudiar y estudiar y estudiar. Sólo eso.
Básicamente tardé una semana en abrir la mente y "entender" que todo es distinto.
El aprendizaje.
La entonación.
Las letras.
La gramática.
El significado de los caracteres.
El orden del dibujo.
En vez de tomármelo como un infierno, me lo tomé como algo precioso que tiene más años que la tana y que me permite descifrar esos mensajes imposibles de cada carta y cada restaurante que piso.
Me lo tomé como una arma para integrarme y empezar a entender aquello, y con curiosidad.
Me tiro de la moto mucho, no sé decir nada pero lo intento, y me encanta.
Con los consiguientes desencuentros, en la peluquería pedí un producto para el pelo y me dieron una revista, en el taxi le dije que ya habíamos llegado y se dio la vuelta en dirección contraria.
Pues eso, liadas.
Ya voy sola a todas partes y pruebo todo.
Me gusta mucho, pero vivo bastante para estudiar.
Es difícil, sí, mucho.
Si os digo la verdad, no sé qué habría hecho sin ayuda, y cuando digo ayuda digo ánimos.
Después los del piso, que me sacaron a rastras de excursión un domingo, porque me dijeron que iba a explotar de tanto chapar.
Y también la gente de clase, Conrad, Loren, Raúl, hasta la profe, me fueron diciendo que era increíble lo que había mejorado, lo que me esforzaba, que lo estaba consiguiendo.

Todo eso me ayudó, me ayuda, y ahora me doy tiempo para salir, bailar, pasear y hacer deporte.
La parte buena, como en todo, es la gente.
Este mes ha sido de verdad especial.
He conocido a Rosa, que es una de las personas más fuertes y valientes que me he encontrado. Ella es de Costa Rica y es una mujer llena de vida, pura vida, como dicen los ticos (ay l@s ticos!).
Desde el segundo viernes Raúl, Rosa y yo nos vamos a comer a un mexicano, a tomar coronitas, a veces a cantar (Raúl toca la guitarra) y a reírnos un buen rato de todo lo que se nos ocurra.
Me encanta escucharlos, porque aquí todo el mundo tiene una historia detrás. A veces te la cuentan, a veces la intuyes, pero lo que la gente te aporta es maravilloso.
He conocido a mucha gente de Latino América, y es una gozada tomarse un respiro y dejar de hablar en inglés y chino.
Me he escapado a algunos restaurantes japoneses que se te cae todo del gusto.
Y he vuelto a bailar, sí, con Rosa. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien bailando, sudando y riéndome conociendo gente.
Sé que esta entrada es más seria, más resumida y menos divertida, pero es que ahora estoy en plan.
Tengo mil proyectos profesionales en mente, estoy alucinada con el modus operandi asiático y estoy enamorada de la ciudad.
Me encanta la terraza de casa, a veces salgo con Lili, una de mis compañeras de piso a fumar y a hablar, y da el sol a última hora de la tarde.
Me encanta el parque Daan, hay un árbol que es mi favorito y está lleno de ardillas (monísimas, pero me dijeron que a veces pueden tener la rabia. Lo que me faltaba, con lo rabiosa que soy yo).
Tengo mis sitios favoritos para ir a comer (como sola mucha veces). Ahora a veces cocino en casa, como puedo, porque sólo tenemos un hornillo.
Lo peor son los bichitos, algún temblor que te deja en shock y las picaduras de los mosquitos, lo llevo fatal. Se nos coló un pedazo avispa en clase y allí estaba todo quisqui más pancho que ancho, hasta que dice uno de los japoneses, "esta avispa mató el año pasado a 50 chinos, es el segundo insecto más peligroso de Taiwán". Vaya salto Pedrín, yo les grabé el vídeo sacándola desde la distancia como veis, aquí los valientes mueren primero.
Esto es una especie de mili en lo formativo y por la parte de dormir y pelearte contra el calor y los bichos pues también. Para mañana 35 grados dicen, llega el calor.

Y otras muchas personas de las que os iré hablando, porque poco a poco se hace camino.
No me olvido de lo que soy, de donde vengo y de lo que llevo detrás, pero este renacer me está sentando de maravilla.
Muchos besos mi gente.